sábado, 28 de abril de 2012

Sophia, el árbol.



Camilo amaba ir al patio trasero de la casa de la abuela, adentrarse en ese bosque, sentarse con libro en mano y envolverse en ese doble placer de la lectura y la sombra de la copa de aquel árbol que era su favorito y al cual desde niño había llamado Sophia, en ese pequeño mundo, nada interrumpía su romance con la fantasía y nadie mas existía....solo ellos.
Sophia disfrutaba junto con Camilo esas visitas, lo había visto crecer ; había estado con él desde que rompía los pantalones de las rodillas de tanto jugar fútbol con los demás chicos del pueblo, lo había escondido de su madre cuando había perdido sus anteojos y temía un regaño, lo había consolado en sus llantos infantiles ,  lo había escuchado contarle tantas historias de niño; lo había extrañado cuando se fue a estudiar y lo había recibido de nuevo ahora convertido en un hombre, tranquilo y dulce ... que aun se sentaba junto a ella a contarle historias...
Esa era su parte favorita del día : se mecía suavemente por el aire y agitaba sus ramitas, dándole pequeñas caricias en los cabellos y envidiando un poco y secretamente  a aquel objeto que Camilo siempre traía entre manos, ellos podían ir de un lado a otro... acompañarlo! y no solamente  quedarse a esperar. Aunque ella no estaba sola, varios hermanos compartian el patio, no había momento en que se sintiera mas viva que al escuchar las historias de Camilo... florecía cada que lo escuchaba.
La vida en el bosque de la abuela era tranquila y plácida, pero llegó un tiempo de crisis financiera; donde se vieron obligados a vender la madera... Sophia escuchó con dolor, primero las aves asustadas abandonando sus nidos y posteriormente el sonido de una sierra, acabando con sus hermanos uno a uno, dejando solamente unos pocos arboles pequeños.
 Sintió el helado metal ir entrando poco a poco en su tronco , morderla con sus pequeños y afilados dientes hasta hacerla caer y lloró en silencio; diciendo adiós con sus ramas, adiós a las fantasías compartidas con Camilo, adiós al cosquilleo de las aves jugando entre sus hojas, adiós a la vida.
Después de eso.... la nada, el silencio y la oscuridad.
Agonizante Sophia sentía como la trituraban, pensó que moriría y pidió a su Dios, acompañar a Camilo; que sería de ese muchacho sin su sombra, sin su compañía?  pensaba.
Los días pasaron y Sophia tuvo una sensación extraña... después de el dolor que había sentido, ahora se veía a si misma convertida en delgadas laminillas, a las cuales les inyectaban historias de tinta, cuantos paisajes, cuantas emociones estaban en esas letras; recordó los objetos que Camilo siempre llevaba con él y se dio cuenta que ahora era uno de ellos... ¡¡ que felicidad la invadía !! ahora podría estar nuevamente con él.
Muchos días pasaron, entre viajes en cajas oscuras y apretadas, días de estar derechita, sonriente en un aparador, entre varias manos que la tomaban curiosa y la dejaban nuevamente; hasta que reconoció la sonrisa de ese hombre con gafas que iba acompañado de dos niñas igual de risueñas.
-- Que les parece este libro? preguntó
-- Es bonito!! respondieron al unísono las niñas
-- Lindo titulo, no lo creen? Cuentos de Sophia, así se llamaba mi mejor amiga. Llevémoslo a casa!
Se sintió entre sus manos y posteriormente en una bella bolsa, que llevaban con jubilo las niñas en el asiento posterior del coche, impacientes por llegar al patio de la abuela para que su padre les contara una nueva historia.



Sophia había renacido,  pero ahora sus hojas habían cambiado de color, ya no eran mas verdes... ahora estaban llenas de tinta negra, tinta que que contaba historias; su aroma había cambiado, ya no olía a flores, pero ese nuevo aroma también era muy placentero; ya no tenia ramas para acariciar a su amigo pero ahora tenia  letras que la hacían viajar junto a Camilo a mundos insospechados y  tantas semillas convertidas en ideas que se plantaban en las pequeñas mentes de esas niñas, cuando Camilo les leía, cuando pasaba sus dedos por sus hojas y continuaba con las historias en ella contenidas.
Había renacido!!! Nuevamente estaba en el bosque, nuevamente con ese hombre al que había visto crecer y ahora también con sus hijas, nunca Sophia había sido tan feliz como ahora...  bajo la sombra de algún hermano, disfrutando de ese romance con la fantasía, floreciendo en cada pagina!
Vicky Arizpe (Sayuri)
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(derechos reservados)




Aunque el festejo del día internacional del libro ha pasado, este pequeño homenaje tardío a esos mejores amigos que siempre nos acompañan y nos abren un mundo paralelo, por los cuales podemos viajar con un tiquet inagotable... igual es un regalo a mi pequeña lectora: Tita, mi hija, que ama a los libros, tanto o más que su madre. Va por ti princesita!!




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